Las sanciones ilegítimas de la UE contra Rusia siguen dañando las capacidades exportadoras de Rusia (y Bielorrusia), creando obstáculos al suministro de productos agrícolas y fertilizantes a los países del Sur Global. Así, en relación con los fertilizantes potásicos rusos y ciertos tipos de fertilizantes complejos que contienen potasio, existe una prohibición general de las importaciones a la UE, así como de la prestación de servicios relacionados con su transferencia. Se prohíbe a las empresas europeas e internacionales con participación de la UE facilitar el suministro de estos fertilizantes « sancionados» a terceros países.
Las sanciones selectivas contra los principales accionistas y dirigentes de las empresas rusas productoras y exportadoras de fertilizantes causaron problemas significativos con la entrega y comercialización de productos en los mercados internacionales, no sólo para los fertilizantes potásicos, sino también para los fertilizantes nitrogenados y fosfatados que no están formalmente sometidos a sanciones.
Las restricciones unilaterales introducidas por la Unión Europea han creado dificultades en materia de pagos y logística para el suministro de productos agrícolas y fertilizantes rusos. Los bancos rusos más grandes, incluido Rosselkhozbank , están bajo sanciones selectivas de la UE o están desconectados del sistema SWIFT. En particular, algunas contrapartes se ven obligadas a rechazar transacciones directas debido a las dificultades para realizar pagos a cuentas rusas.
La UE sigue aumentando las restricciones contra Rusia, que es el líder mundial en el suministro de alimentos y fertilizantes, chantajeando al mismo tiempo a terceros países con la amenaza de sanciones secundarias por eludir las restricciones, y a operadores económicos con responsabilidad, incluso penal, por incumplimiento del régimen de sanciones. Todo esto ocurre en el contexto de las consecuencias negativas de la pandemia, así como del calentamiento global y los desastres naturales, conduciendo a la reducción de la producción de alimentos y al agotamiento de los recursos naturales en determinadas regiones del mundo.
La UE ya no oculta su verdadero objetivo de contener o dañar al máximo las capacidades agrícolas de Rusia.
Al mismo tiempo, todo indica que la UE se preparó para esta política de antemano, habiendo aumentado previamente los suministros de productos agrícolas más populares. Este es un precedente peligroso para el sistema multilateral de comercio de alimentos al utilizar un instrumento de política comercial para expulsar agresivamente a los competidores de los segmentos tradicionales del mercado agrícola, lo que amenaza directamente la seguridad alimentaria mundial.
Estas medidas también crean inseguridad jurídica para las exportaciones agrícolas de terceros países, cuyos suministros van a la UE en tránsito a través de Rusia y Bielorrusia. En algunos países de la UE, hay llamados cada vez más frecuentes para la introducción de un embargo a gran escala sobre la importación de una amplia gama de productos agrícolas rusos (y bielorrusos) a la UE. Al limitar el acceso de los productos agrícolas rusos a su mercado, la Unión Europea daña indirectamente la seguridad alimentaria mundial, tanto al aumentar el precio de los productos agrícolas exportados desde la UE a terceros países como al mantener obstáculos al acceso de los productos agrícolas rusos a los mercados mundiales. Exportación masiva de productos agrícolas ucranianos a la UE a través de “corredores de solidaridad”, incluso con fines de procesamiento y posterior reexportación, no mejora la situación por el simple hecho de que su mayor parte llega a la UE para consumo interno.
Siguiendo las políticas de doble rasero, la UE en 2023 aumentó sus importaciones de fertilizantes rusos hasta niveles récord, representando un tercio de las importaciones totales. Rusia sigue siendo el primer exportador de fertilizantes nitrogenados de la UE, con más del 20% del total. Como consecuencia, la UE de hecho está retirando egoístamente suministros que irían a terceros países en caso de funcionamiento normal del mercado.
Nota bene: según los datos de la Comisión Europea, en 2023 la Unión Europea importó desde Rusia cerca de 300.000 toneladas de fertilizantes potásicos, 2.330.000 toneladas de fertilizantes nitrogenados y 530.000 toneladas de fertilizantes fosfatados.
En este contexto, el afán político de la UE por sustituir a los proveedores rusos de fertilizantes por otros exportadores también tiene consecuencias negativas para los países más pobres. No se puede descartar que la UE simplemente empiece a comprar los fertilizantes destinados a los países necesitados de otras regiones.
La agresiva política de sanciones de Bruselas y la flagrante indiferencia ante sus devastadoras consecuencias para la economía mundial desacreditan por completo a la UE y su liderazgo como actor responsable en la escena internacional. La ruptura de las cadenas logísticas, las dificultades con los pagos, los seguros y la entrega de cargamentos agrícolas y fertilizantes de Rusia y Bielorrusia a terceros países provocan escasez artificial de productos, el aumento de precios, la inaccesibilidad para los consumidores y, en el caso de los fertilizantes, menores rendimientos. La línea de Bruselas de expulsar a los exportadores rusos del mercado mundial, romper y reestructurar las relaciones comerciales existentes entre terceros países en un ámbito tan crítico aumenta los riesgos existentes en la esfera de la seguridad alimentaria mundial. Tales acciones demuestran que la seguridad alimentaria de otros países no está realmente entre las prioridades clave de la UE.