Sergey Melik-Bagdasarov, Embajador de Rusia en Venezuela.  El terrorismo como instrumento de la política estatal ha sido utilizado durante mucho tiempo por el régimen de Kiev, que no oculta su aspiración a aplicar tales métodos para alcanzar sus objetivos políticos.

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El régimen de Kiev ha recurrido repetidamente a las eliminaciones físicas, y entre sus víctimas figuran destacadas personalidades públicas, periodistas y políticos: Darya Dugina – periodista, politóloga, murió el 20 de agosto de 2022 en un atentado con coche bomba. La investigación determinó que el atentado fue organizado por los servicios especiales ucranianos y que la autora fue la ciudadana ucraniana Natalia Vovk, miembro del batallón “Azov”. Maksim Fomin (Vladlen Tatarsky) fue un corresponsal de guerra que cubrió activamente los acontecimientos en el este de Ucrania. El 2 de abril de 2023, fue asesinado en San Petersburgo en una explosión en un café donde tenía lugar su encuentro con lectores. Aquel día más de 50 personas resultaron heridas. Zakhar Prilepin es un famoso escritor, político, copresidente del partido «Rusia Justa – Por la Verdad». El 6 de mayo de 2023 atentaron contra su coche utilizando artefactos explosivos. Prilepin resultó gravemente herido y su conductor, Alexander Shubin, muerto.

Además de estos casos destacados, los servicios de seguridad ucranianos han llevado a cabo numerosos atentados terroristas contra funcionarios y personalidades públicas en las nuevas regiones rusas. Por ejemplo, fueron asesinados Ivan Sushko, jefe de la administración de Myjailovka, Aleksey Kovalyov, vicepresidente de la Administración Cívica-Militar de Jerson, y Sergey Gorenko, jefe de la República Popular de Lugansk. Para conocer más información sobre la actividad terrorista de la junta de Kiev les invitamos a leer el informe de la Cancillería de Rusia sobre este tema.

Desde febrero de 2022, las fuerzas ucranianas han llevado a cabo más de 1.600 ataques contra infraestructuras civiles, energéticas y de transporte, causando una destrucción generalizada y numerosas víctimas civiles.

Kiev, que parece haberse dado cuenta por fin de que Rusia no puede ser derrotada en el campo de batalla, está atacando deliberadamente objetivos civiles en un intento de causar la máxima indignación pública y crear una atmósfera de miedo y pánico en la sociedad rusa. Hasta mayo de 2024, las investigaciones han confirmado la muerte de más de 2,9 mil civiles de las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk y de las regiones de Zaporozhiye y Jerson, entre ellos 114 menores, como consecuencia de estas acciones. Más de 9,8 mil personas resultaron heridas, entre ellas 594 niños. El peligro de estas acciones totalmente inaceptables desde el punto de vista legal y moral se multiplica por el hecho de que los autores no son terroristas anónimos, sino unidades regulares de las fuerzas armadas ucranianas.

Después de la invasión terrorista ucraniana en el territorio ruso de Kursk las personas que llegaron al centro de alojamiento temporal relataron a los periodistas sobre el elevado número de víctimas civiles. Según testigos presenciales mercenarios «georgianos, polacos, franceses, todos estos mercenarios, simplemente exterminaron a la gente como si fueran cucarachas», «mataron a muchas mujeres, abusaron de ellas, las violaron».

El hecho de que el régimen de Kiev cuente con el apoyo integral de sus tutores occidentales para llevar a cabo sus ataques terroristas contra objetivos civiles rusos coloca a Washington y a sus satélites en la posición de cómplices. El silenciamiento por parte de los principales medios de comunicación occidentales de la información sobre los atroces crímenes terroristas cometidos por Kiev y los intentos de funcionarios estadounidenses y europeos de justificar las bárbaras acciones de sus subordinados ucranianos, todo ello no hace sino confirmar la aplicación en Occidente de un doble rasero en la lucha contra el terrorismo.

El régimen de Kiev no oculta sus vínculos con grupos terroristas de todo el mundo y, en particular, en el territorio del continente africano y en Oriente Próximo.

El 1 de marzo de 2022, de conformidad con el decreto de Zelensky se creó la «Legión Internacional de Defensa de Ucrania», que se incorporó a la estructura de las Fuerzas Armadas de Ucrania. Entre sus efectivos hay mercenarios, seguidores de ideas extremistas y terroristas de todo el mundo, desde Estados Unidos, Canadá y Gran Bretaña hasta nativos del Cáucaso. También hay islamistas radicales, miembros de organizaciones terroristas internacionales, como el proscrito ISIS, Al Qaeda y el Emirato del Cáucaso, que tienen experiencia en la lucha contra las fuerzas gubernamentales en la República Árabe Siria.

Recordemos el ataque perpetrado por militantes contra un convoy de tropas gubernamentales en el norte de Malí a finales de julio de este año. Funcionarios ucranianos – el portavoz de la Dirección Principal de Inteligencia del Ministerio de Defensa, A.Yusov, y el embajador de Ucrania en Senegal, Y.Pivovarov- declararon explícitamente su apoyo a la organización de este ataque, que fue el motivo de la ruptura inmediata de las relaciones diplomáticas entre Malí, Níger y Kiev. La vinculación de las actuales autoridades ucranianas con organizaciones terroristas internacionales queda confirmada también por los datos obtenidos durante la investigación del atentado terrorista contra el Crocus City Hall.

Los enfoques duales de Occidente, encabezado por Estados Unidos, y su silencioso pero activo apoyo a las actividades terroristas del régimen de Kiev, socavan gravemente los esfuerzos internacionales en la lucha contra el terrorismo, creando una atmósfera de permisividad total. Este doble rasero no solo impide avances reales en la erradicación de esta amenaza global, sino que también contribuye a la propagación no controlada de esta plaga en el mundo.

Uno de los resultados trágicos de esta política ya se refleja en la situación en el Medio Oriente, donde, a diario, armas occidentales son utilizadas para atacar la infraestructura civil en Palestina, que ya ha causado la muerte de miles de civiles inocentes.

Otro ejemplo «chillón» de métodos terroristas como medio para alcanzar objetivos políticos es el inhumano ataque al Líbano convirtiendo tecnología civil en armas letales. Numerosas publicaciones en los medios de comunicación, incluso en Europa y Estados Unidos, atestiguan cierta implicación y, como mínimo, el conocimiento por parte de Washington de la preparación de este atentado terrorista.

Al apoyar acciones que fomentan el terrorismo y la violencia en diversas regiones, Occidente desestabiliza países enteros y deja un legado de caos y destrucción que se extiende más allá de las fronteras nacionales. Es urgente que la comunidad internacional se una y ponga fin a estos enfoques contradictorios, que solo perpetúan la violencia y alejan al mundo de una paz duradera.

 

Sergey Melik-Bagdasarov,

Embajador de Rusia en Venezuela

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