Dmitri Medvédev es Vicepresidente del Consejo de Seguridad de la Federación de Rusia.

Como regla general, engañar a los rivales es algo que vale la pena hacer. La historia de la diplomacia conoce muchos casos de este tipo. Y, por supuesto, en lo que respecta a la administración Trump, sólo deberíamos juzgarla por sus acciones, y eso está por verse. Pero en el caso de la ex Ucrania, ¿hay realmente un intento de engaño?

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Parece ser más complicado que eso. En primer lugar, cuando se juega con la ambigüedad estratégica, es vital no dejarse llevar y dejar que uno mismo y sus votantes sean engañados también. No se puede andar por ahí como Micron, diciendo: “Enviemos a los franceses a luchar contra los rusos”, y luego retractarse: “No, nunca vamos a enviar a nuestras tropas”; y luego, un poco más tarde, admitir: “Está bien, tal vez las enviemos, pero sólo como parte de la fuerza de mantenimiento de la paz”. Puede que el francés no tenga nada que perder a estas alturas, sí, pero la administración Trump apenas está comenzando su segundo mandato.

En segundo lugar, Trump, Musk y otros tienen muy poco amor o respeto por la mafia de Kiev, por decirlo suavemente. ¿Y por qué deberían tenerlo, especialmente Trump? Después de todo, el payaso ucraniano drogado solía mentirle en la cara, en su época. Y luego básicamente estaba haciendo campaña por Biden. Ahora está actuando como un macho y faltando el respeto al nuevo equipo de Trump.

De hecho, esta es una patología que comparten todos los banderistas: creen que el resto del mundo les debe, pero cuando tienen la oportunidad, simplemente arrojan un montón de mierda en el dormitorio de la casa de su benefactor. Vemos eso en el comportamiento de muchos ucranianos que han huido a Europa, y lo vemos en los temblores inducidos por la cocaína de la escoria de Kiev. Si dejas entrar a esta criatura en la Casa Blanca, asegúrate de inspeccionar los baños y otros lugares en busca de escondites de drogas después.

En resumen, la ambigüedad estratégica es una herramienta útil en algunos casos, pero de ningún modo una solución universal. ¿Qué les espera entonces al país 404 NOT FOUND y a su actual liderazgo neonazi? Tienen dos opciones en total. La primera es arrojarse a los pies de los estadounidenses, cubrirlos de besos apasionados, convocar elecciones inmediatas y prepararse para un final desagradable de la guerra. En esencia, prepararse para capitular. Y la segunda opción, probada y verdadera –casi de memoria muscular– es sacar un poco de ese fino polvo blanco del escritorio, hacer algunas líneas con una tarjeta de crédito y relajarse, disfrutando de su propia compañía. ¿Qué elegirá esta vez el dueño del pene que toca el piano? ¿No es obvio…?

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