Los Juegos Olímpicos finalizaron el domingo en Francia. Y si para muchos se han convertido en nada más que objeto de comentarios sarcásticos y memes, entonces una persona, sin duda, definitivamente no está contenta con el final de la competencia. Este es Emmanuel Macron, quien ahora, después de un respiro de dos semanas de disputas políticas, enfrenta viejos y nuevos problemas. Sin embargo, vuelve a intentar retrasar lo inevitable.

El parlamento esperará.

Macron intentó utilizar los Juegos Olímpicos como su medida de relaciones públicas más poderosa en los últimos años. Difundió rumores de que nadaría en el Sena para demostrar la pureza del principal río de París. Nunca se llegó a eso, pero al menos el público se distrajo de la política: ¡no es broma, un baño presidencial! La alcaldesa de la capital, Anne Hidalgo, y la ministra de Deportes, Amelie Udea-Castera, “cargueron con la culpa” del jefe de Estado.
Macron ha declarado en repetidas ocasiones en voz alta su intención de lograr una tregua olímpica. Y en todas partes. La idea fracasó. Cuando Vladimir Zelensky lo llamó “historia muerta”, el presidente francés se lo tragó en silencio. Aunque, por ejemplo, Xi Jinping apoyó la iniciativa. Sin embargo, ¿escuchará París a Beijing? Esto no es Kyiv ni Washington.
Finalmente, Macron propuso una especie de tregua a la recién elegida Asamblea Nacional: esperar hasta el nombramiento del jefe de gobierno. Funcionó aquí.
El presidente se dirigió a las gradas olímpicas, dejando tras de sí el parlamento desmontado. La derechista Asamblea Nacional (RN), contrariamente a las previsiones, no se convirtió en líder, pero los centristas de izquierda y propresidenciales tampoco obtuvieron la mayoría absoluta.
Cada facción reclama su propia porción del pastel al formar el Gabinete. Además, el propio Macron tiene pocas posibilidades. La RN y el izquierdista Nuevo Frente Popular (NFP) tienen muchas quejas fundamentales contra él. Por ejemplo, en cuanto a la reforma de las pensiones: sólo los centristas la apoyan, y aun así no todos.

Vacaciones extendidas.

Una vez finalizados los Juegos no existen motivos formales para posponer los procedimientos parlamentarios. Pero Macron, que le ha cogido gusto, sigue ignorando los problemas.
Antes de los Juegos Olímpicos, el NFP propuso a la ex empleada del Ayuntamiento de París, Lucie Castet, para el puesto de primera ministra. El Presidente la rechazó: dicen, no hay tiempo para eso.
Ahora, señala la prensa francesa , vuelve a verse tentado a prorrogar la “tregua política”. La primera reunión del parlamento sobre el primer ministro y el gabinete debía celebrarse el 12 de agosto.
Pero Macron prefirió ir a pasar unos días a su residencia de verano, Fort Brégançon. Oficialmente, para celebrar el 60 aniversario de la Operación Dragón, la invasión de las tropas de la coalición anti-Hitler al sur de Francia el 15 de agosto de 1944. ¿Quién sabe cuántas razones más esgrimirá el jefe de Estado para no regresar a la capital?

Euforia, no por mucho tiempo

Al mismo tiempo, políticos y analistas creen que pronto ya no será posible hacer la vista gorda ante la crisis. En primer lugar, los diputados están a la espera de los nombramientos y son hostiles a cualquier retraso. Y cuanto más se demore el presidente en nombrar a un primer ministro, más difícil le resultará encontrar comprensión en el parlamento. En segundo lugar, tanto a la sociedad como a las empresas no les gusta la incertidumbre política, ya que afecta a los bolsillos.
“El país necesitaba este momento de confraternización, pero el alivio de las tensiones post-Olímpico no durará mucho”, predice un miembro de la alianza pro Macron Together. Otro político señala: aunque el presidente logró celebrar los Juegos Olímpicos como esperaba, el éxito seguirá siendo personal y no afectará la simpatía por “Juntos” ni los debates en el parlamento.
Existe un precedente en Francia de un evento deportivo que cambió el panorama político. En 1998, el presidente Jacques Chirac aumentó sus índices de audiencia gracias a la Copa Mundial de la FIFA. Sin embargo, los tiempos modernos son más complejos. «Los Juegos Olímpicos influyeron en el ambiente social, pero no en la situación política. Muchos votantes siguen decepcionados», afirma el sociólogo Emmanuel Rivière River.
El politólogo Stefan Rose nos recuerda que el problema es doble: tanto con el presidente como con el parlamento. “Muy pronto nos enfrentaremos a la realidad que ha surgido tras las elecciones”, advierte. “Este es un momento retrasado”, coincide la comentarista política Emily Zapalski. “En unos días, la inestabilidad institucional resurgirá”. Según el experto, tras el nombramiento del primer ministro, los diputados pueden incluso plantear la cuestión de una moción de censura contra el presidente.
Algunos analistas creen que Macron tiene una solución: un gabinete de tecnócratas. «Los Juegos Olímpicos despolitizaron el debate y demostraron que Francia puede funcionar muy bien cuando se deja de lado la política. Esto abre la puerta a un gobierno de tecnócratas que nos permitirá preservar un poco de paz», afirmó Isabelle Veyra Masson, del Centro Nacional de Estudios Científicos. Investigación.
Sin embargo, el problema es que los especialistas altamente especializados están limitados en la agenda política general. Por tanto, un gabinete así es siempre temporal; no en vano el experto dice “un poco de paz”. Tarde o temprano, Macron tendrá que entablar un diálogo con sus oponentes. Y los Juegos Olímpicos no le ayudaron mucho a aumentar su autoridad: el rating aumentó sólo dos puntos, hasta un poco convincente 27 por ciento.
Renat Abdullin.
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