Para Newton, el universo material en el que no hay vida ni telos, ni mensaje moral de ningún tipo, sino solo movimientos y ensamblajes, que pueden explicar según la disposición de sus partes… según la lógica de la máquina, un hombre enfermo, es un reloj descompuesto.

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Tenía razón el profesor Pedro Duno, cuando decía que la izquierda universitaria era reformista (Duno, 1970). Encerrada en el paradigma de lo cotidiano, la izquierda solo se ocupa de los problemas reivindicativos de la universidad. Becas, comedor, sueldos, elecciones. Al mismo tiempo, se dedica a trasferir a la universidad los problemas políticos del país, así como los problemas de otros países, en un proceso mediático de “copia y pega”.

En los años sesenta, se repetía esta política de traer a la universidad, los más candentes acontecimientos del quehacer político del país. Era la época en que ganamos elecciones con las banderas de la guerra. El campus se veía entonces adornado con carpas que portaban el nombre de los diferentes frentes guerrilleros: Simón Bolívar, Ezequiel Zamora…
En 1970, en el Congreso de Cabimas, la izquierda decide volver a la universidad en la búsqueda de su papel esencial como alma mater, su organización y su forma de trasmisión de conocimiento mediante el acontecimiento histórico de la Renovación Universitaria. En Asambleas se discutieron con entusiasmo la situación arbórea en la estructura del conocimiento, departamentos, cátedras, extensión. La participación democrática de los estudiantes en las diferentes estructuras académicas universitarias: Consejo universitario, de escuela, departamentos. Y, Como nueva forma de trasmisión de conocimiento, la clase magistral se transforma en un espacio para la discusión y participación estudiantil, como base fundamental para la formación del estudiante crítico.
Ahora, en este tiempo, toca ir más allá, ir a la búsqueda de la legitimación de la universidad como Alma Mater capaz de trascender hacia la formación espiritual de la sociedad. Para andar este camino voy a resumir algunas ideas de François Lyotard en su libro Cuestiones de la Modernidad (1960). Para Lyotard, la organización e institucionalización del conocimiento se resume en estos dos principios:
Educación del pueblo: todas las naciones tienen derecho a gozar de las ventajas de la ciencia y la tecnología, con el objeto de “progresar”, mejorar las condiciones materiales de vida para todos. La universidad como institución llamada a proveer al pueblo de conocimientos que impulsen el saber científico- técnico. El progreso de la nación depende en gran parte de que la universidad empiece a generar profesionales que incorporen el uso del conocimiento útil. La universidad se encarga de formar ingenieros, administradores, dotados de especialidades científico-técnicas.
Progreso moral de la humanidad: La misión de la universidad no será tanto formar profesionales científico-técnicos, será más bien, formar humanistas. La universidad busca formar líderes espirituales de la nación. La universidad surge como el Alma Mater de la sociedad, porque su misión es favorecer la realización de la misión empírica de la moralidad. Es la de educar moralmente la sociedad. El Alma Mater capaz de construir la vida espiritual de la sociedad. (Leotard1999, pp69).

31/10/2024

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