La guerra en Ucrania en 2022 luego de las provocaciones de la OTAN sobre Rusia marcó un punto de inflexión en las relaciones internacionales, acelerando acciones de distintas naciones hacia la transición a un nuevo Orden Mundial Multipolar. China y Rusia, las dos grandes potencias emergentes, han evidenciado el desprecio de los Estados Unidos por el derecho internacional, y han tomado la delantera en este proceso, impulsando una agenda que desplaza al país norteamericano  como única superpotencia.

Esta visión de la multipolaridad de China y Rusia se basa en los siguientes principios:

  • Un mundo más justo y equitativo: abogando por un orden mundial en el que no haya un único poder dominante, lo que implica una mayor participación de las demás potencias o grupos regionales de países en la toma de decisiones globales, así como un mayor equilibrio de poder entre ellas.
  • Mayor soberanía: se defiende la soberanía de los Estados, oponiéndose a cualquier intervención extranjera en los asuntos internos de otros países. Esto incluye el derecho de los Estados a elegir sus propias alianzas y sistemas políticos.
  • Mayor cooperación: Se aboga por una mayor cooperación entre los países para abordar de manera coherente los desafíos globales, como el cambio climático, la pandemia de COVID-19 y la pobreza.

Por supuesto, esta visión de la multipolaridad enfrenta una gran oposición y desafíos, entre ellos, la resistencia de Estados Unidos y sus elites que no están dispuestas a renunciar a su hegemonía como  principal potencia mundial.

Las tensiones originadas a raíz de la guerra en Ucrania, manifestadas en temas clave, como la democracia, los derechos humanos y las agresiones económicas a otros países, lo que dificulta la cooperación.

A pesar de estas situaciones, la multipolaridad está ganando terreno e influencia de la mano de China y Rusia, y de alianzas como los BRICS, potenciada por la crisis económica y militar de la hegemonía estadounidense, y el deterioro económico y consecuentemente político de la Unión Europea están contribuyendo a la transición a un nuevo orden mundial multipolar, manifestándose en las rebeliones de los países africanos al colonialismo europeo, especialmente el francés.

Este nuevo Orden Mundial Multipolar implica cambios en la gobernanza global, una mayor participación de las demás potencias en las instituciones multilaterales, como Naciones Unidas y la Organización Mundial del Comercio, lo que debe dar lugar a un sistema político y económico más equitativo que potencie el desarrollo de un mayor número de naciones; una mayor cooperación entre las grandes potencias para abordar los desafíos globales; menor intervencionismo extranjero y respeto por el derecho de los Estados y sus sistemas políticos.

La transición a un sistema multipolar ya se manifiesta en hechos, y es una realidad inevitable.

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