Hoy Rusia esta cambiando por tercera vez de ideología en los últimos 35 años. Hasta principios de la década de 1990 nuestra sociedad era gobernada por una dictadura marxista-leninista. Esta ideología era formalmente obligatoria (aunque no siempre se seguía al pie de la letra) y sobre ella se construía la política, la economía, la ciencia, la educación y el derecho de nuestro país. Todo era dominado por ella.

Sin embargo, a principios de 1990 se llevó a cabo un golpe ideológico y los liberales occidentalistas (reformistas) tomaron el poder. Fue entonces cuando se instauró una dictadura ideológica de corte liberal y la política, la economía, la ciencia, la educación y el derecho comenzaron a seguir los estándares liberales de Occidente. Es así como el liberalismo fue asumido como la única verdad.

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Cuando Putin llegó al poder no abolió la dictadura ideológica liberal que le había precedido, sino que se limitó a exigir únicamente la preservación de la soberanía del Estado (el cual era liberal y occidentalizado). El paradigma liberal se mantuvo, pero haciendo hincapié en la soberanía. Surkov llamó a esto «democracia soberana», aunque la ideología liberal continúo dominando.

Los liberales más radicales reaccionaron de forma agresiva en contra de la política soberana de Putin: algunos – directamente financiados por el dinero del Occidente liberal e instigados por los servicios de seguridad occidentales – empezaron a protestar en contra del gobierno (la llamada quinta columna), mientras que otros no se atrevieron a decirle no a Putin y prefirieron mimetizarse, esconderse y empezaron a sabotear silenciosa y continuamente la política soberana promovida por el gobierno (la sexta columna, los sislibs) (1). El inicio de la Operación Militar Especial (OME) llevó a la destrucción de la quinta columna y el comienzo de la purga de la sexta columna. Algunos sislibs (como Chubais, etc.) se asustaron y huyeron a Israel y Londres. Los más listos prefirieron atrincherarse.

No obstante, la verdadera convulsión ideológica empieza ahora, ya que ha quedado claro que Crimea es nuestra, que nuestras Viejas Tierras han sido recuperadas, que la guerra continuará hasta que alcancemos la Victoria y que la OME no se trata de un fracaso técnico en nuestras relaciones con el Occidente liberal, como algunos han sostenido, sino que se trata de una ruptura irreversible. La dictadura de la ideología liberal ha terminado.

La transición del comunismo al liberalismo fue fácil, porque las metodologías, instrucciones y libros de texto que enseñaban tales ideas podían obtenerse fácilmente de Occidente no solamente gratis, sino también financiados por la CIA, el Departamento de Estado y Soros. La transición del liberalismo a la ideología patriótica rusa será difícil. No podemos volver ni al comunismo (donde, por cierto, nadie quiere ir) ni a la monarquía ortodoxa (donde nadie nos llama y todos han olvidado lo que significa). Tenemos muchos voluntarios, pero ninguna ideología determinada.

Lamentablemente, no existen metodologías, instrucciones ni libros de texto para acceder a esta tercera ideología rusa. Una cosa es cierta: esta ideología no será ni el comunismo ni el liberalismo, pero tampoco será el fascismo, pues estamos luchando contra el fascismo en Ucrania. Por lo tanto, necesitamos volver nuestros ojos hacia nuestras raíces, hacia nuestro pasado preoccidental, el cual es la base de nuestra identidad rusa, pero proyectada de forma innovadora y creativa hacia el futuro. Una especie de futurismo imperial patriótico ruso.

Nuestro fundamento será la defensa de los valores tradicionales, la educación histórica, el mundo multipolar y la tesis de Rusia como Estado-Civilización. Tales ideas no se corresponden con el comunismo, el liberalismo o el fascismo, sino con la Cuarta Teoría Política. Es precisamente esta transformación ideológica la que se está produciendo ahora. La desliberalización radical, la ruptura de la dictadura liberal, pero sin caer en la trampa del comunismo o del nacionalismo (fascismo). Al fin y al cabo, estas últimas no son sino doctrinas políticas occidentales pertenecientes a la modernidad europea. Por lo tanto, no son rusas ni en su forma ni en su significado. En estos momentos solo necesitamos lo ruso y únicamente lo ruso. Este giro es inevitable y no depende ni de la arbitrariedad ni de las autoridades ni de grupos ideológicos. La Rusia soberana debe tener una ideología soberana. Tal premisa no puede discutirse, sino que debe ser aprobada como los primeros decretos lanzados por los bolcheviques o la privatización que se produjo en 1990.

Notas del Traductor:

1. En ruso сис-ли́б (sis-lib) es una contracción de las palabras системный (sistémico) y либерал (liberal), lo cual puede traducirse como liberales sistémicos o del sistema.

Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera

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